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El 3 de junio de 2015, como consecuencia del femicidio de Chiara Páez en manos de su novio, miles de mujeres y disidencias salieron a las calles de todo el país para exigir que “dejen de matarnos”.
Esta movilización masiva – que luego se hizo eco por toda Latinoamérica- puso de manifiesto que es imprescindible reflexionar sobre la violencia machista y patriarcal que, aún hoy, sigue siendo uno de los grandes flagelos de nuestra sociedad. También amplificó la urgencia para la implementación de políticas públicas que frenen los crímenes de odio; puso el foco en la necesidad de que el Estado tome un rol activo en el acompañamiento a mujeres y personas de la comunidad LGBTIQ+ que estuviesen sufriendo una situación de violencia por razones de género; e hizo hincapié en la importancia de la protección a infancias y adolescencias cuyas madres hayan sido víctimas de un femicidio, entre otros reclamos.
¡Ni una menos!¡Vivas y libres nos queremos! Es el grito de un movimiento social que se ha extendido a lo largo de todo el continente y del mundo, que exige justicia por todas las que ya no están, que visibiliza la violencia machista que nos atraviesa y que busca construir colectivamente una sociedad más inclusiva, justa e igualitaria.